Capítulo 2: La llamada

La 1ª es la catedral de Kosice; en la 2ª un detalle decorativo de una casa de Eslovenia; en la 3ª el último ensayo de los alumnos de teatro con la obra que representarán en Sofía; en la 4ª amigos del alma de Madrid celebrando mi ausencia de nuestras fantásticas fiestas. Abajo, en otra despedida, los del pueblo y alrededores.

Antes de contar lo ocurrido con la llamada narraré cómo se llega a esa misteriosa llamada. Una mañana del mes de marzo estaba mirando en internet la página de un sindicato, buscando información sobre las oposiciones, cuando me encuentro con un enlace para docentes en el exterior. La curiosidad hace que entre y empiece a leer, al principio en todos los programas del ministerio piden el idioma del país de destino y ser funcionario, pero llego a las secciones bilingües en los países del este de Europa, veo que no es necesario el idioma ni ser funcionario, por lo que, sin mucha esperanza, envío los papeles.

Pasan varios meses en los que, de vez en cuando, miraba por si salían las listas, pero nada. En junio me voy a Toledo para las oposiciones, que me salen fatal, todo hay que decirlo. De vuelta sigo en la academia en la que estaba trabajando durante el invierno y, algunos fines de semana, pongo copas en la Carpintería (para los que no la conozcan es un garito de Portonovo). A todo esto, una tarde de julio salen las listas y no estoy admitido, es un palo pero no muy grande porque, la verdad, ya me lo esperaba. Pasan unos 15 días y, una tarde camino de Vigo para ver a Franz Ferdinand con unos amigos, me llama un tío del ministerio para decirme que la lista ya estaba publicada y que no estaba dentro, pero me comenta que, en ocasiones, hay bajas y me pregunta si aún estaría dispuesto a irme, le respondo que si y me hace unas preguntas en plan entrevista de trabajo vía telefónica, todo esto en el coche, con mis colegas escuchando todo y riéndose bastante.

Y ya estamos en el día de la llamada, llego a casa de la academia para comer y mi madre, toda alterada, me dice que me llamaron de Madrid, de un ministerio, aquí es cuendo empiezo a tener la sospecha de que pueda ser lo que finalmente fue. Llamo y me sale una tía que me dice, así, en frío, que hay una plaza en Zilina, Eslovaquia. Empiezo a tener taquicardia y casi se me para el corazón; me pregunta que me pasa y le digo que es muy fuerte la noticia y que no me lo esperaba, me tranquiliza y, finalmente, le digo que acepto sin saber nada de a donde voy ni donde está la ciudad. Nada más colgar empiezo a saltar de alegría y mi madre me dice que si estoy loco. Le cuento todo y al principio está un poco preocupada porque no sabe donde está el sitio a donde voy y además ella se queda sola en casa al irme yo, pero me ve tan contento que se le pasa; lo siguiente que hago es irme a internet a buscar información de Zilina.

Pasados el susto inicial se lo cuento a mis hermanos y a algún colega. El mes de agosto se me pasa muy rápido entre trabajar, ir preparando todo para el viaje, estar con mis sobrinos, mi madre y mi tía de Argentina, que estaba de visita en nuestra casa, contactar con la embajada en Bratislava para que me den información y cosas así. La última semana es un contínuo ir a comer y a cenar con amigos para despedirme. Yo creía que a medida que pasaran los días me iría poniendo nervioso pero no, estuve muy tranquilo, a parte de los primeros dos o tres días, estaba como si nada, cosa rara en mi porque soy bastante inquieto y los cambios me alteran, sobre todo el sueño. Al fin llega el esperado día de mi marcha que será el tema de otro episodio de esta apasionante fábula.