miércoles, 8 de noviembre de 2006

Capítulo 3: El viaje









En la 1ª una vista de Praga; en la 2ª un anuncio de preservativos que vi en un aeropuerto, tiene un nombre muy acertado. En la 3ª un edificio de unos 250m de largo al lado de mi casa; en la 4ª en el concierto de Horneskart que vimos el 12.09.2006 en stanica. Abajo justo antes de subirme al avión en Santiago.

Antes de empezar con este emocionante capítulo una petición, por favor si alguien escribe un comentario sería interesante que me indicase quien es, sobre todo para poder contestarle como se merece, para lo bueno y para lo malo. Gracias.

Miércoles, 30-08-2006
Nos habíamos quedado en la noche anterior a mi partida, pues bien, creía que no podría dormir pero me equivoqué, conseguí dormir unas tres horas; parece poco pero pensad que salimos mi madre, mi hermana y yo de Vilalonga hacia Santiago a las 4:30 de la mañana, así que es más que suficiente. Llegamos al aeropuerto con tiempo de sobra, por lo que después de facturar tomamos un café, hacemos un par de fotos y nos despedimos. Mi madre aguanta el tipo y apenas asoman un par de lágrimas por sus ojos cuando me voy.

A la hora prevista, de verdad, no es broma, despegamos rumbo a Barcelona; viaje sin novedad y, podéis creerme, no me pierden la maleta, solo por esto vale la pena escribir un blog. Me voy a la otra terminal a facturar y allí me esperan dos compañeros con los que me había citado por internet y que también van para Eslovaquia, pero para otras ciudades; en facturación me cobran 28€ por sobrepeso. Nos vamos a tomar un café y a conocernos, uno es maño y el otro canario. El canario está un poco alucinado porque no sabía cuanto cobraríamos en Eslovaquia, es muy poco y no se lo cree. Al poco nos llaman para embarcar, pero una vez allí nos hacen bajar otra vez, hay un problema en un motor y van a arreglarlo, estaba saliendo todo tan bien que algo tenía que ocurrir; por lo menos nos invitan a un bocata. Dos horas más tarde Pepe Gotera y Otilio terminan la reparación y conseguimos despegar rumbo a Bratislava.

El inconveniente del retraso es que los planes de recogernos en el aeropuerto pueden estropearse, pero hemos avisado a Hana, que es la secretaria de la agregada, y dice que allí estará. El viaje fue muy divertido, nos reímos mucho. Comentar que el avión estaba lleno y que había un montón de chicas muy guapas, o eso me parecía a mi. La leyenda de la belleza de las mujeres eslavas parece real, cierto es que sus rasgos son muy distintos a los nuestros y que como no estoy acostumbrado me parecen todas guapas.

Después de aterrizar vamos al control de aduana. El aeropuerto de Bratislava es muy pequeño y la tía del control de pasaportes me mira varias veces antes de dejarme pasar, ya veía a un gigante eslavo poniéndose unos guantes para registrarme los bajos fondos..., el motivo es que de la foto a mi aspecto actual hay ciertas diferencias, sobre todo en el pelo que lo tenía más largo y parecía un hortera de discoteca de pueblo; finalmente me da el visto bueno, paso el control y vuelvo a respirar. Allí nos espera Hana y su marido, que nos hace de taxista; me llevan a mi el primero a la estación de tren donde cambio moneda y salgo hacia Zilina, vamos con prisa porque se hace tarde y el viaje a Zilina dura más de tres horas en tren.

El viaje es tranquilo y estoy un poco nervioso, la gente me mira como preguntándose quien soy y que hago aquí, está claro que no soy nativo. Llego sin nivedad a Zilina y me espera un tío parecido al de los Roper con un cartel con mi nombre, es el subdirector, no habla ni palabra de castellano y su poco inglés parece ruso (que lo habla), así que poco podemos comunicarnos, pero es muy amable. Me lleva al piso en un coche con otro tío y con el maletero lleno de cervezas, al llegar entramos marcha atrás en mi calle porque no saben muy bien por donde está la entrada, fenomenal, una vez allí sube conmigo y me enseña mi residencia los próximos meses, me dice que me recogen al día siguiente para ir al instituto; intento decirle que tengo hambre y me dice que mañana desayunamos, al final consigo hacerle ver que si no como algo sólido esa noche la mañana siguiente se encontrarán un cadáver. Por fin me lleva a un carrefour cercano, pero solo está abierto el mcdonals, compro una hamburguesa y regresamos a mi piso. Mi primera comida en Eslovaquia es una hamburguesa y una botella de agua con gas. El piso es alucinante, me esperaba algo pequeño y cutre pero no tanto, ya veréis las fotos, pero es lo que hay, tendré que acostumbrarme. Salí con sol de España y aquí hace fresco y llovizna.

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